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martes, 5 de abril de 2016

Ya nada queda. // Apunte de diario #3

<Nada>
La pantalla sigue mostrando ese blanco espectral que sólo puede asimilarse con el vacío aun cuando lleve horas sentado frente a mi computador personal; no es que tenga un bloqueo de escritor, -como solía pasarme antes- que no sepa cómo expresar lo que siento o que mi desdichada musa esté de vacaciones. (Pensándolo bien puede que esté muerta y llena de odio hacía mi, pero esa es otra historia).

No, no hay nada en la pantalla porque sencillamente no queda nada que decir, porque pienso -con una certeza que no es común- que nos merecemos más que una carta simplona y que aun cuando crea en la magia y el poder de las palabras ni siquiera el infinito poder de un dios sería suficiente para arreglar esto.

Esto es lo que nos queda, después de la pasión y la ternura, de momentos de análisis e impulsividad; me dejas roto y dañado y además sin la posibilidad de culparte por eso - hasta eso me quitaste- ...
Me dejas feliz por ti y deseándote lo mejor aunque eso me mate lentamente (vaya si soy masoquista).

Nos quedan recuerdos, claro que nos quedan, recuerdos que mi memoria tal vez borre o modifique (y los dioses saben que ni yo mismo podré impedir que lo haga) nos queda la vida misma que de todas formas se nos escapa.

Al final me alegro que no quede nada que me haga extrañarte, que no pueda enviarte la última carta y que todas estas palabras -que estaban de todas formas condenadas a permanecer en el olvido- queden relegadas a mi diario.

Gracias por la nada ...
                                                                              Eternamente tuyo.

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