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lunes, 13 de enero de 2014

¿Y ahora qué?

¿Y ahora qué?

Muchos días buscándola y la respuesta siempre estuvo allí. Como la más sutil ironía; tan a la vista que nadie pensó siquiera en encontrarla por azar. Pero como no existe el azar en este mundo, la verdad surgió con tal naturalidad que se diría solo buscaba el momento justo para hacer su entrada.

En el distante pasado tenía a su alcance todo un mundo que le gritaba que debía hacer, pero las voces de miles se confunden en un murmullo ininteligible, y por cautela, por orgullo, o tal vez por simple lógica nunca escucho a los demás; cada ser humano es movido por sus propios intereses, la codicia, y el poder seducen, traicionan, matan. Ni siquiera la voz de la mayoría es clara y pura, las masas también son manipulables, nada es seguro.

Pero ese pasado había quedado atrás en un momento de indecisión y culpa; una única voz había roto el muro, una suave palabra inocente tuvo el privilegio de encontrar una grieta en las barreras de la precaución. Un consejo permitió despejar su mente y le ordenó acercarse sin miedo a su emisor, una labor que no pudo ser llevada a cabo, pues nunca supo quien era aquel fiel consejero. Con gracia y valentía el pasado le mostró la sencillez con la que se superan los temores y poco a poco la grieta se convirtió en una puerta, en un pasaje… cuando menos lo pensó el muro no existía.

Claro que le trajo ventajas, incluso sonrisas aquella demolición, el placer de vivir en comunidad sin resentimientos no podía compararse con sus años de soledad, los humanos nacimos para estar con nuestra especie, juntos convivimos, juntos aprendemos, juntos matamos, juntos…

Pero al final del día, siempre persistía en él la desolación, una desesperanza que le quitaba el aliento, un ardor en el pecho de inconformismo. Se trata de la resistencia al cambio le susurraban miles de voces a su alrededor, pero él sabía que era algo más.

Una noche cuando el corazón se detuvo renegándose a seguir con aquella vida nueva, la misma voz sincera que fue el inicio de toda aquella odisea le dijo adiós. Porque cuando entraron las demás no hubo lugar para ella, porque su primer consejo fue de amor y esperanza, porque ya no había vuelta atrás.

La verdad era que aquella voz no era más que el reflejo de su yo interior, la triste verdad de su partida se aclaró en cuanto lo supo. Ya no era el mismo, Un usurpador se había apoderado de su vida y probablemente de su alma, ¿Y ahora qué? -Grito con desespero-, ¿Era demasiado tarde para volver atrás? Claro que lo era, podremos pensar una eternidad en lo que ya pasó sin cambiar ni un solo acto realizado, de manera análoga podemos gastar esa eternidad soñando con un futuro ideal y ver como día a día no es cumplido nuestro deseo.

¿Ahora qué? - Susurro la voz antes de irse -Ahora es tiempo de que vivas en verdad!
Sin saber si aquello era una condena o un consejo más lloró amargamente en su lecho hasta que el sol apareció en el horizonte.