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miércoles, 11 de noviembre de 2015

Engaños.

Aún hay quien dice que el tiempo y la distancia lo curan todo, que no existe tal cosa como un mal eterno y menos un corazón que lo aguante....
Aún hay gente que se engaña, porque el tiempo no cura nada, sólo ayuda a olvidar. Porque la distancia no te da perspectiva, sólo hace difusas las anteriores vistas.
Para mi, que conozco la maldad del ser humano limitarla sería un error, para mi corazón de piedra, helado y oscuro no existe nada que lo dañe.

Porque antes que dejarme engañar, por el tiempo, la distancia, los amigos o enemigos, yo me engaño a mi mismo haciéndome creer que soy fuerte.... Porque olvidar es mi maldición pero con ella puedo sobrellevar el resto de mi vida.

¡Corre tiempo! Llévate contigo mi vida si es lo que deseas.
¡Aléjate de mi! Veamos si la distancia distorsiona las imágenes casi tanto como las lagrimas que nunca ven la luz.


lunes, 2 de noviembre de 2015

I don´t know

En la vida existe tristeza y alegría, en cada momento y con cada sentir, pero ... ¿no es acaso lo más triste de la existencia ser un mal tercio, la pieza que no encaja?.
No, no lo es. Yo lo sé con certeza porque incluso he sido reducido a ser un mal cuarteto, como si no fuera suficiente con arruinar una pareja soy una parte incomprensible e inútil frente a tres especímenes humanos.

Y es que no basta con su autosuficiencia y complacencia al apartarte, con indicarte que sobras con sus manras nada sutiles, de todas formas que importa si puedes ver todos los colores en un vaso con hielo mientras los demás solo se fijan en tu ropa sucia ... que importa si la música suena a lo lejos y sin embargo resuena en tus poros y puedes sentirla realmente, No importa si tienes historias vividas que contar, si tienes muchas por vivir o que inventar .... Nada importa si tu noche termina contigo mirando a la distancia.

Y es que esta es una distancia que nos une por muy contradictorio que suene, porque parece deleitarse con mi discreta indiferencia; es una distancia que me rompe en dos, en tres ...en mil jodidos pedazos porque soy un sentimental; es una distancia estúpida además sabiendo lo que nos espera. Es una distancia que cumple con su nombre y nos separa un poco más en este universo sombrío.

Ya no se ven colores en las tazas, ni se siente el ritmo por las venas, hay historias que contar.... todas ellas tristes, como ser un mal tercio ... como una distancia estúpida...como yo

domingo, 19 de julio de 2015

Apunte de libreta....

Con la mirada perdida en el horizonte él está perdido, no hay mapa o brújula que sirva pues es en su mente donde divaga sin cesar. Está perdido en su ensoñación y es arrastrado entre recuerdos azules y negros lapsos de olvido.

Unas oscuras nubes de tormenta se acercan desde los cerros al oeste de su ciudad natal trayendo consigo las primeras lloviznas de mayo, pero desde el balcón del doceavo piso donde se aloja sus sentidos adormecidos no notan el cambio de temperatura o el ajetreo tórrido de las calles aledañas. Sus recuerdos son ajenos al ruido porque tienen sonidos propios que lo absorben todo, gritos y llanto reinan en su mente mientras de forma caótica los momentos más íntimos despiertan y pasan por sus ojos mostrándole el final.

¿Cuántas muertes habían tenido que ver sus ojos? ... Las suficientes para que su corazón se sintiera anquilosado, como si en su desesperación se hubiese cansado de latir con premura y decidiera rendirse y cada vez con mayor lentitud dejar de latir. Un retiro pacífico le habían recetado y de momento había servido para que destrozara algunos de sus libros favoritos, para que el hotel perdiese a todos los clientes alojados en el piso número 12 y para que su garganta resentida dejara de pronunciar palabras tras días de gritos continuos y alaridos de pena.

La muerte había sido un aliado en su vida temprana, gracias a ella tuvo libertad y nuevas oportunidades en un país ajeno al suyo, en culturas donde la muerte no era respetada como una artifice del ciclo en este mundo sino menospreciada t rebajada a un papel mediador en la economía, la muerte ya no tenía siquiera un estatus como diosa, deidad o fenómeno, en lugares donde la vida no vale anda la muerte es tan común que nadie piensa en ella.

La muerte una vez mas lo había sacado de aquel lugar, la muerte parecía respetarlo como a un amigo (o eso creía él en su agitada mente cuando la ayuda humanitaria llego a rescatarlo ... quizá lo más "humanitario" habría sido acabar con él en ese momento, pero en su lugar acabaron con los demás a su alrededor ... un único sobreviviente en un mar escarlata)..

Ahora su vida no valía mucho, tenía mucho que contar ... muchas cosas por decir, pero su adorada aliada ahora era su mayor pesadilla. La muerte ajena le atormentaba en sueños de tal manera que llevaba ya días sin descansar. Las moradas ojeras sobre su pálido rostro, su cuerpo esquelético gritaba al mundo por él porque ya su voz no respondía.

La muerte esperaba el momento justo, nadie es más justo que ella ... Pero el no podía esperar tanto.
La muerte tardaba porque confiaba en que aquel humano encontrara una salida... Pero el sólo veía una y le esquivaba siempre que pensaba en ella.

 Con la mirada perdida él esta observando el crepúsculo en una ciudad que ya no siente suya, en un cuarto de hotel frío y sin vida. Esta perdido en sueños de muerte esperando la piedad de su amiga.... Su fin.

Bien por mi ...

-Bien por ti...

Tres palabras, nueve estúpidas letras que mataron no sólo una conversación -una que pudo llegar a ser un éxito rotundo, o al menos un dialogo entretenido ... uno de esos que ya no existen en un mundo de emojis y charlas sin sentido sobre temas superficiales- No, ese "bien por ti" se llevó consigo parte de mi alma ya destrozada desde tiempo atrás.

No, no soy un sensible ... ni tampoco importa quien las dijo o por qué... me refiero a que no me afectaron por que me las dijera un chico lindo, o porque no supiera como responder, me afectaron en lo más profundo porque reconocí en ellas las mil y un conversaciones que asesine yo mismo tiempo atrás.

Karma? claro que no, el equilibrio universal no devuelve banalidades como esas, pero sí me obligó a reflexionar: ¿cuántas veces  no fui yo el desalmado? ... ese papel me queda tan bien que ya instintivamente me describo como tal, aún cuando todo, el que me conozca sepa que no lo soy. ¿cuántas mini-ilusiones no destruí yo con esas o con otras palabras?  ... Yo diría que no muchas porque no soy de los que ilusionan a los chicos... pero pudieron ser algunas.

Sin importar lo que piense o reflexione.... Bien por mi... no?
Quiero decir, es un lindo deseo, o al menos un hermoso recordatorio de autosuficiencia. Todo está bien, o parece estarlo ...

Sí... Bien por mi!!!
Es la única respuesta posible a esas palabras, sin importar porque fueran pronunciadas (o leídas, recordando la época de emojis y conversaciones de horas enteras que no existirían si no fueran por medio de un celular) es el único escape al frío que deja ese final.

Tal vez si era importante quien las dijo, y porque lo hizo ... quizá pensar en eso fuese más productivo que pensar en mi o en las palabras... Tal vez no importa nada en realidad, nuevos días llegarán y nuevas posibilidades de destruir conversaciones.

Bien por tí pendejo! Esto se acabó.

domingo, 24 de mayo de 2015

24 V 2015

Absurdamente cansado, así me sentía después de un agotador día de trabajo. Los minutos pasaban lentamente mientras regresaba por la autopista de camino a casa en el viejo automóvil de papá -Un chevrolet del 98 que aún se esforzaba por rendir al máximo y cuya pintura gris había visto mejores épocas-; el recorrido fue aburrido y monótono y me llevó por la parte marginal de la ciudad que ahora llamo hogar.

Esas zonas desoladas donde el campo aún resistía el impulso urbano le daban un merecido descanso a mi cerebro y la calma del momento me trajo tanto sueño como nunca antes había recordado tener. En algún punto, casi llegando a la zona suburbana, mi organismo se desconecto de este mundo dejándome botado sobre el volante mientras en algún lugar remoto un vaso se rompía contra el suelo.

Tal vez se pregunten cómo lo sé, y la respuesta es sencilla, mi mente no estaba en el viejo chevy gris de mi padre esa tarde. 20 kilómetros al oriente del choque aún estaba contemplando sus ojos verdes como si de eso dependiera mi vida, y tal vez fue así. Ese adiós había estado tan cargado de remordimientos y culpas que la hermosa Alice aún tenía en sus manos los dos vasos llenos de limonada y veía la carretera como si el verde de sus ojos tuviera el poder de detener el tiempo y evitar la marcha de este tonto que la amaba a pesar de las complicaciones laborales existentes.

Ella lo supo y soltó inmediatamente los vasos mientras corría buscando las llaves de su auto en el escritorio lleno de planos donde habíamos estado discutiendo sobre estructuras y soportes; que estúpido parece todo ahora, ella tenía razón, habría dado mi vida (si es que aún existiese la posibilidad de hacerlo) para que esas dulces esmeraldas pudiesen ver el paisaje sabanero cómo lo había diseñado en un primer momento.

Quise apresurarme al encuentro con mi cuerpo maltrecho, y arreglar las cosas para que mi bella Alicia no sufriera pero lo que me ataba a este mundo era su mirada y solo en ella podía existir. Cuando finalmente se bajó de su deportivo azul y vio a los paramedicos junto al que solía ser un cuerpo atlético derramó sus lagrimas contenidas llevándose consigo lo que quedaba de mi ser. Cuando la última de ellas recorrió su mejilla, dio la vuelta y regresó a trabajar en nuestro proyecto, con suerte yo viviría en él gracias a ella ... con suerte ella sería feliz de nuevo ... Con suerte ...




viernes, 1 de mayo de 2015

Error fatal en notas del cuaderno XD

"El amor no es ciego! eso son patrañas... el ciego es usted que sigue pensando que el amor existe Imbecil!."
Claudia con sus rizos oscuros alborotados por la ventisca miraba desafiante al pobre y atolondrado humano que había pensado en conquistarla con un piropo rebuscado y una mirada insinuante.

Como si Claudita fuera una mujer cualquiera, mejor aún (antes de que ella me golpee a mi) como si alguna mujer cayera ante tan humillante "intento de seducción" ... Pero lo importante en esta historia ni siquiera es lo que le dijo, o la forma en que el viento jugaba con el vestido rojo que la atrevida muchacha usaba con descaro en noches como esa, cuando la luna y ella se disputaban la atención de los soñadores.
Lo que es realmente importante es lo que pasaba por la mente de aquella doncella indómita, esa llama visible en sus ojos ámbar escondía en realidad una picada en su corazón ... o su estómago, donde fuera que se alojara tal molestia no la dejaba concentrarse en sus acciones, admirar el paisaje nocturno o simplemente evitar que el odio que sentía hacia el genero masculino se desbordara justo en ese momento.

Sí, era odio lo que sentía, porque sólo cuando has amado tan intensamente como para morir por ello es que entiendes lo que significa el odio en esa misma proporción, a fin de cuentas ambas son caras de una misma moneda llamada vida. Sus altos tacones resonaron al cruzar la avenida a paso apresurado (pero sin perder la clase por supuesto) buscando un taxi que la alejara de aquella zona concurrida y le permitiera llegar a casa a pelear con la luna, la almohada o su sombra.

El trayecto no tuvo importancia o perturbación alguna, el taxista parecía ser un hombre inteligente (¡un milagro!) y entendió tan pronto la vio subirse al auto que no necesitaba conversación, y que mientras más rápido se deshiciera de ese demonio más tranquilo estaría su corazón. Al llegar a su apartamento en el tercer piso de una torre como cualquier otra en el centro de su ciudad natal, Claudia se quita su majestuoso atuendo tras encender la calefacción y se sirve vino; día largo, decepciones amorosas y humillación nocturna no ayudan a que su vida sea fácil; pero una copa de vino y un poco de Hemingway le sacan una tímida sonrisa bastante rápido.

Así es como un día debe acabar: a solas en la intimidad de su paraíso de libros y vinos, sin nadie que le moleste. Así es como pasa sus días una doncella salvaje mientras poco a poco pega los trozos de su roto corazón.  Al carajo el amor, sea ciego o no... al carajo la vida si te hace alejarte de la felicidad sin sentido...

Sketches facebookeros

"-¿Por qué nunca hablamos del amor?...
cómo es que eres un poeta y hablas de la vida, que reímos y charlamos sobre todo un poco, ¿cómo carajos es que jamás hemos hablado de amor?
-¿En serio ves la necesidad de hablar?
Porque si es así no hay amor del cual hablar, si no lo entendéis ... sólo olvídalo, ¿querías poesía?...
Te regalo un lírico adiós que al final de cuentas es lo que nos merecemos..."

"Oh, el amour...
Tan esquivo y lastimero como siempre.
Tan soñado e ilusorio, tan fastidioso y cansino.
El amor es casi como tú, que pareces habitar solo en mi mente.
Amor ingrato y poco real, amor lejano y triste.
Amor efímero y bello.
Espero enamorarme de nuevo, tal vez de tu sonrisa...
Sonrisa esquiva y lastimera..."

"¿Y si ignoramos a los demás? ... ¿que tal si escapamos?, al bosque o la montaña; el mar o la ciudad ... escapemos y olvidémonos de todo.
Embríagate con mi locura y sonríe un poco conmigo, es todo lo que yo te pido"

miércoles, 4 de febrero de 2015

Inevitable? ....

Es bastante curioso como lo inevitable actúa en el mundo, como cambia las cosas que creías mas seguras e incluso deja señales que vistas en retrospectiva parecen tan obvias que terminas atormentándote por no entenderlas a tiempo. Es admirable además como nuestra voluntad se esfuerza en interpretar las cosas dependiendo de nuestros sentimientos más profundos.

Es por esto que aún cuando Arthur, de camino a su cita, perdió el autobus por segundos no creyó que el universo le avisara lo que vendría ... en su mente un pequeño retraso no significaba nada; de hecho le permitió unos momentos de inactividad que dedicó a re pensar su plan de la tarde.

Una vez en movimiento (en un nuevo autobús en donde consiguió sentarse) un par de individuos arremetieron contra los pasajeros armados con quejas a la providencia y stickers con caritas felices.  Como si un dibujo (que sin preguntar siquiera fue pegado en su camisa a cuadros) fuera a protegerlo de aquellas calamidades vociferadas buscando una moneda, o en el mejor de los casos - cuando tocaran una fibra sensible en algún iluso pasajero- un billete que aseguraría un viaje menos; un trabajo cumplido.

Una sonrisa tímida que decía "no, no pienso buscar siquiera una moneda" y listo, Arthur obtiene un trayecto calmado donde ve el cielo, estudia las nubes, toma una pequeña siesta y llega al punto de encuentro con tiempo de sobra para sentarse frente a la iglesia y esperar.

Esperar nunca fue un problema para Arthur, podría decirse que fue entrenado para ello: Viviendo en una familia de impuntuales aprendió que una espera de 20 minutos es llevadera con un libro, que la agitada vida de ciudad puede ralentizarse con buena música y que el trabajo de observador detallado en una plaza pública genera más sonrisas que ceños fruncidos. Como siempre que tenía que esperar se quitó su reloj de pulsera y conectó sus audífonos al celular dispuesto a ponerle banda sonora a la espera.

Finalmente cuando la voz de su cantante favorita es interrumpida por la melodía estridente de una llamada entrante un rayo de esperanza cruza por su mente y la luz de sus ojos se aviva mientras verifica en el identificador que es la llamada que espera.

Mientras contesta mecánicamente  y piensa que probablemente esta sea la típica llamada donde se indica un atasco, o un accidente y se promete llegar ASP "tan pronto como sea posible", la típica llamada que indica el punto medio en la espera...

... Sí, el problema está en la probabilidad y en como el pensamiento a veces nos engaña ...

La llamada no resultó ser tan común, era de esas que las mentes positivas nunca se esperan, una posibilidad que no estaba contemplada (un gran descuido para un estadístico como Arthur). La cita no iba a darse ese día, probablemente ni siquiera ese mes.

Su relación había sido bastante firme como para que algo así pasara, pero sin embargo la realidad se abalanzaba sobre el pobre joven generando un vacío incomodo en su estomago.

Arthur no es de los que lloran -al menos no en público- la canción (que se reanudó tan pronto colgó la llamada sin despedirse) ni siquiera ha terminado cuando los zapatos informales que creyó le gustarían a su cita están derrapando en los charcos, mientras un joven con el corazón roto busca huir de aquel lugar que lo acogió en esos largos minutos de espera.

El viaje de regreso lo realiza en modo automático, esta vez no hay detalles que observar ni paisajes que disfrutar, una nube de tormenta nubla su mirada mientras las lagrimas contenidas se congelan en su interior.
En el momento menos pensado su reflejo en la ventana le hace percatarse en un feo y amarillo punto sobre su corazón: no, no se trata de una metáfora sobre su ruptura, un sticker que sonríe le recuerda que vale la pena intentarlo, que las cosas no están tan mal.

...sí, puede que esté solo algún tiempo, pero nada ni nadie le quitará su sonrisa.

Es gracioso como era inevitable que ese día le rompiesen el corazón: estaba escrito ... pero es más interesante ver como lo inevitable se puede complementar con un pensamiento diferente.
No hay dos situaciones iguales en esta realidad ... porque los pensamientos y personalidades de los humanos permiten que los estímulos a los que son sometidos les hagan reaccionar de manera diferente.
Definitivamente este mundo está lleno de misterios, pero no hay uno más grande que el ser humano.

sábado, 31 de enero de 2015

Desatino real.

John retrocedió unos pasos previendo lo que se venía. Me conocía tan bien que estoy seguro podía ver en mis ojos el frío glaciar que acompañaba mi enfado.

-¡ ¿Enamorado? ¿Después de horas pensando no tienes una mejor respuesta?!

¡Claro que estaba molesto!, como única regla de comportamiento nunca había comentado mis problemas personales con mis consejeros; sin importar si eran más sabios, viejos, y sabelotodos. Arreglar los problemas de un reino era algo que podía delegarse en alguien más, a fin de cuentas eran problemas de los demás, pero cuando se trataba de mi prefería errar continuamente a pedir ayuda.

No creo que se trate de un tonto capricho, es cuestión de responsabilidad, de auto-respeto ... de tranquilidad; pero sin importar el porqué de mi privacidad emocional todo cambió con una guerra tan innecesaria y molesta como imprevista. Tras años de una paz consolidada por mi padre en el siglo pasado un pequeño feudo se alzaba en contra de los preceptos de la ley sagrada. Los dioses de mis antepasados se enfurecían con todo el reino por dejar que tal motín afectara su tranquilidad ancestral y la vida calmada del palacio se convirtió rápidamente en un vórtice de conflictos por resolver que se llevó mis mejores años y gran parte de mi séquito además.

La insurrección se había desencadenado en el corazón mismo de mi imperio por un charlatán que consideraba mis medidas extremas y anticuadas, ¡como si yo no hubiese pensado eso mismo cuando recién acepté la corona imperial!; pero con todas las tradiciones que tenemos encima no hay un margen de libertad real para mis decisiones. Por esto tomé esta guerra como algo personal, quería acabar con esa voz en mi imperio que tanto se parecía a las voces en mi cabeza que pedían un cambio radical.

En el proceso de negociaciones no permití ni un solo asistente a la audiencia que tal molestia pidió ante su soberano, y que acertada decisión tomé, pues casi pierdo totalmente mi dignidad cuando se presento ante mi un rubio campesino con un traje indecoroso y lleno de sangre, que sin embargo aparecía en mi mente como la encarnación de alguna deidad bélica antigua. No estaba seguro si debía burlarme, sentirme humillado o venerar al apuesto hombre semidesnudo que entraba al salón de audiencias a través de la columnata.

Un simple plebeyo, no parecía letrado ni conocedor de ningún arte, y sin embargo algo en su esencia, en su manera de caminar o mirar con desenfado y arrogancia le daba una autoridad suprema contra la que mi corona sin pulir y mis modales perfectos no podían competir. Tras un breve saludo le ofrecí un asiento cerca al trono que rehusó con indecencia; el molesto rebelde quería poner las reglas del encuentro en mi propio palacio.

No pasó mucho tiempo antes de que la discusión llegara a un punto muerto, sin importar cuantas veces le explicara las tradiciones y su importancia sus ojos azules no dejaban de acusarme mientras con su vulgar latín un discurso sobre la indecisión carcomía mis pensamientos. No eran solo sus ideas las que me desestabilizaban de tal modo, todo él parecía haber sido creado para destruirme; finalmente tras una hora de tensión y argumentos mi cerebro no pudo más y lo detuve con la mayor delicadeza posible invitándolo a recorrer los jardines mientras pensábamos en calma sobre lo discutido.

No fue la mejor idea del mundo, eso quedó claro cuando mi mente no podía dejar de observarlo maravillándose por cada pequeño detalle de las fuentes, estatuas y columnatas. El menor destello le llamaba la atención y mi azorado ser solo podía seguirlo y perderse en sus suaves movimientos; habría dado mi reino si tan solo pudiese observarlo por toda la eternidad en ese juego misterioso de asombro y curiosidad. Habría dado mi vida por volver a ser como él, por una oportunidad para reinventarme y lograr olvidar el odio que debía sentir por tal criatura.

Un poco antes del ocaso mis sirvientes se acercaron anunciando la cena y propuse a mi inusual invitado refrescarnos antes de bajar de disfrutar de los manjares que había solicitado a Jhon horas antes. Aprovechando el desconcierto del rebelde al encontrar la fuente dorada, Jhon se acercó con delicadeza y me preguntó por mi comportamiento tan fuera del protocolo y le revelé todas mis dudas, todas esas inseguridades que hacían que mi plan tan perfectamente pensado se torciera con tanta facilidad.

Ahora tras un relajante baño no se le ocurre otra cosa que compararme con una doncella enclaustrada y sugerir que estoy enamorado del estupido insurgente que en el ala opuesta del palacio debe estar despreciando las finas ropas que dejaron sobre la cama. No lo amo, solo desearía estar en su lugar, no imagino mi vida junto a la suya, me muero por poder vivir su libertad y por rebelarme contra todo.

Sí, su cuerpo atlético y sanguinario encajan en mis ideales estéticos y estoy seguro que debe tener un grupo numeroso de señoritas detrás de él. Pero cuando se sienta frente a mi en la mesa principal no hay espacio para la lujuria en mi mente, la envidia nubla mi sentir y la único que deseo es que desaparezca y deje de importunar mi existencia. Que maravillosa experiencia la de comer con tu enemigo, esta guerra sin sentido tiene que acabar, pero no seré yo el que se doblegue.

Jhon se encargará de que llegue seguro a su campamento, por supuesto, pero una semana después será el verdugo del insurrecto; la guerra acabará conmigo como el vencedor y en mi triunfo impulsaré algunas reformas en honor al vencido y su salvaje mentalidad. No habrá lugar en la historia para su nombre (que no quiso revelarme) pero jamás se alejará de mis pensamientos.

Tal vez estuviera enamorado de su esencia, y es esa misma la que vivirá conmigo por siempre, tal vez me equivoque y haya perdido la oportunidad más grande de mi vida. Pero eso no es un problema mi reino me reclama y no existe entidad sobre este mundo que pueda alejarme de mi trono.



Cuestión de sentir

Un día lluvioso de abril, de esos en los que las calles bogotanas se llenan de charcos donde los niños saltan y salpican, alguien me preguntó en alguna discusión sin sentido que pensaba yo sobre el amor. Lejos de darle la seriedad que tal cuestionamiento merece me encontré a mi mismo repitiendo un discurso patético sobre los ideales humanos tomado quizás de mi madre, de un amigo o una comedia romántica; y sellé el asunto con un "igual no importa mucho" que en ese momento pareció justificado y que nadie se atrevió a refutar. 

Hoy, meses después de aquel momento, he vuelto al lugar donde discutimos al respecto y la lluvia se asoma con timidez tentando al recuerdo y avivando mi memoria, invitándola a iniciar el complicado juego de reinventarse las cosas, de repensar lo establecido y de modificar los recuerdos. Hoy culpo a esa misma lluvia por mi falta de profundidad al hablar sobre ese tema, hoy me culpo a mi mismo por permitirle afectarme de esa manera.

Hoy descubrí que estoy enamorado, que mi discurso ecléctico y miserable no podía estar más lejos de la realidad; porque, si bien es cierto que todos amamos de forma "similar", es cuando nos salimos del cliché, cuando respondemos a nuestras exigencias y no las de la sociedad, cuando nos despojamos de la razón ... Ahí es cuando entendemos que cada quien ama a su manera, cada uno da de lo que recibe, de lo que conoce, de lo que es.

Hoy puedo contar con sencillez que amo con locura y ñoñez, con entusiasmo por las pasiones desbordadas y cautela con las decisiones trascendentales; con precisión matemática (y algo psicorrigida) para los detalles para saber que decir o hacer en el momento justo, con libertad e impulsividad para vivir intensamente cada día.

Hoy llueve y estoy totalmente seguro de mi amor, de querer que cada instante se congele y jamás se pierda; estoy seguro que mi memoria no querrá modificar este sentir, que mi corazón (el órgano, no la idea preconcebida de los sentimientos) late más rápido con cada segundo que transcurre.

Hoy la lluvia en los tejados no opacará mi grito de nuevo, hoy puedo contarle al mundo con serenidad cuánto amo a Bogotá.