Ese enero fue un mes tormentoso, el año había finalizado de
una manera explosiva, fuerte y dramática y todo parecía indicar que los
pedacitos de su alma jamás se recuperarían; el pronóstico más optimista
mostraba un paisaje solitario y helado, el frío inundaba las predicciones, las
llenaba de un aire triste y pesado; toda una tormenta invernal.
En cualquier cuento de hadas este sería el momento en que el
sol brillaría con más fuerza, donde el calor de un nuevo amor o de la amistad
pura lograría derretir su corazón; pero la vida real era dura y los cuentos de
hadas son solo tonterías infantiles. No había rayo de luz ni mano amiga, estaba
sola y tenía que aceptarlo, era su culpa después de todo.
Una vez que había aceptado la culpa, y habia pensado bien
las cosas el frío era agradable, cuando lograba superar la tristeza lograba
caminar por el vasto desierto helado y poco a poco recoger los pedazos de alma
dispersos; no, no era una metáfora, los cuentos de hadas no existen pero al
parecer si las maldiciones, su corazón había literalmente estallado ese
diciembre, visto en retrospectiva había sido un gran espectáculo para los
asistentes a su boda.
Ella era una adolescente normal, se había dejado llevar por
un amor primaveral, había sucumbido a las tentaciones banales del verano, había
cantado canciones románticas en el otoño y prometió vivir su vida junto a ese
hombre encantador que llegó para cambiar su vida. Ese invierno nadie pensó que
fuera una buena idea, todos se opusieron a algo tan acelerado como una boda;
todos parecían tener razón.
Su mente empezó a acariciar esas ideas ajenas, comenzó a
hacerlas suyas. Su corazón empezó a distanciarse de sus acciones, a bajar su
ritmo y dejar de latir, cuando menos lo pensó tenía una gran masa helada en su
pecho y ahí fue cuando empezaron los problemas. Cuando el gran día llegó su
cuerpo se interpuso entre el sí y el felices por siempre y aquella masa fría,
llena de pesadumbre convirtió el parque central de su pueblo en un show de
pirotecnia congelada… granizo y nevadas llegaron a reemplazar el tibio sol de
medio día y en menos de una hora todos estaban en casa dejando atrás a una
devastada novia y a un ausente muchacho congelado.
Ella era la verdadera reina del hielo, sin corazón ni ser
amado, maldita o no vagaria por su tierra con la esperanza de recuperar su alma
y su esposo, una esperanza que esperaba no se derritiera como el hielo en
primavera.
Nota del autor: Sí, sé lo que piensan.... este pendejo acaba
de ver Frozen ..... y pues sí, pero imaginé algo mas de mi estilo, no estaba de
acuerdo en publicarla porque no fue de mi agrado al final...peeeero a petición
de algunos amigos, aquí les dejo esta pendejadita.